El día 3 de agosto del 2010 en un aula de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, tres jóvenes se disponían a presentar su trabajo final de tesis para optar por el título de doctores en medicina.
Al inicio, una de las jóvenes pidió al jurado examinador, permiso para hacer una oración a Dios, pidiéndole que fuera él quien dirigiera todo.
Tal acción me llenó de satisfacción y alegría, pues ello significaba que se estaba colocando a Dios en primer lugar, como solo él merece, en una institución de tan alto prestigio académico.
El Creador ha establecido en varias porciones de su Santa Palabra, el hecho de amarle sobre todas las cosas. Y el propio Jesús, hijo de Dios, dijo que¨ aquel que no es capaz de dejar padre o madre por mí¨, no es digno de mí e invitaba a ¨aborrecer¨, es decir, amar menos, a los padres y a cualquier otro familiar o cosa en el mundo.
Dios merece toda honra, gloria y poder, por ser el Creador, el redentor, la esperanza de un mundo perdido. El es dueño absoluto de todo.
Debemos tomar para nosotros el ejemplo de Jesús, quien hizo la voluntad del padre y al momento de ir camino al calvario, dijo: "Padre si es posible pasa de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Jesús se ponía al servicio del padre, entregando su voluntad y mostrando con ello el más alto ejemplo de entrega al Creador.