Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 1 Corintios 13:12
El espejo es una superficie lisa, bien pulida, preferiblemente de cristal, revestida por la parte trasera de mercurio. En el espejo se reflejan los objetos. No produce luz propia, sino que la refleja. Cuando nos colocamos frente al espejo, este proyecta nuestra imagen, la cual se disipa tan pronto nos apartamos de él. San Pablo dice que en las cosas espirituales “en parte conocemos”. Nos hace ver que “ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo”.
Hay muchos misterios en la Escritura que no nos han sido revelados y seguirán encubiertos, hasta que nos encontremos “cara a cara”.
Debemos creer por fe. Dios no engaña a nadie, cuanto nos revela debemos creerlo, porque en El esta la única verdad. El Espíritu Santo nos ofrece luz para que podamos percibir la Palabra y entenderla.
Cuando Jesús y Martha se encontraron, luego de la muerte de Lázaro, le dijo “yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”. Al terminar, el Maestro hizo énfasis en esta pregunta que le formuló a Martha, “¿Crees esto?”. Marta creyó y fue realizado el milagro.
Debemos creer por fe. Dios no engaña a nadie, cuanto nos revela debemos creerlo, porque en El esta la única verdad.
Siempre Jesús ha sido, es y será Resurrección y Vida, pero solo para el que cree. Quien no cree, ya está condenado. Como quien se priva de la luz y calor solar: si se encierra no puede disfrutar sus beneficios.
Pidamos a Dios que nos dé fe y nos la aumente. Y que podamos decir como el padre del muchacho endemoniado sanado por Jesús… “creo, ayuda mi incredulidad”