Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
La muerte de Nuestro Señor Jesucristo en el Calvario, es el acontecimiento cumbre realizado en beneficio de la criatura humana. El Redentor en vida se había referido al alcance del amor de su Padre para con la humanidad, al extremo de enviarle a Él, su Unigénito, a cargar con nuestras miserias, con el fin de que quienes creyeran en El, recibieran Vida Eterna.
.La naturaleza humana, corrupta y pecaminosa, se aparto de su Creador, por lo que carecía de meritos para una reconciliación, por lo que el propio Hacedor, tomo la iniciática para restablecer la armonía, proveyendo su misericordia divina, en la oferta de su Unigénito, para obviar la desobediencia de su criatura y enderezar su trayectoria.
La salvación del alma es asunto gratuito. Gratuito para el que la espera, pero costosa para quien la alcanzó. Tiene su precio: el derramamiento de la preciosa sangre del Salvador en el Cruz del Calvario; su muerte redentora, nos despejo la vía para llegar al Padre. No nos cuesta nada, pues Dios estableció que la Vida Eterna no se alcanzara por méritos propios, que nadie posee, a fin de que no pudiéramos gloriarnos de haberla logrado por esfuerzo propio. Solo la fe nos basta. Una fe sincera que nos permitiera lograr nuestra restauración a la gloria de Dios.
Acogerse a esta esperanza de vida presente y futura será una de las elecciones más significativa de la persona humana. Solo su gracia revelada en su sacrificio, nos provee la salvación.