Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo;porque somos miembros los unos de los otros. Efesios 4:25
¿Qué tal le iría a usted si lo sometieran al detector de mentiras?
Un cuerpo armado de mi país dio de baja a un grupo de sus oficiales debido a que fallaron en una prueba del polígrafo. Recientemente también vi una película de suspenso en que toda la trama gira en torno a las pruebas con el detector a las que un par de detectives someten al sospechoso de un crimen. (DECEIVER, 1997). El interrogado, un sujeto de alto coeficiente intelectual, usa toda suerte de artimañas para viciar el proceso hasta el punto en que se revierten los roles: los vicios y realidades ocultas de los detectives son puestas en evidencia con el mismo aparato. “Hay dos lados para cada mentira”, sentencia el slogan de la película.
El objetivo del detector de mentiras es medir las reacciones corporales que ocurren cuando se interroga a una persona. Los signos corporales del término medio de las personas sinceras cambiarán cuando digan una mentira.
Si, por el contrario, la persona es habitualmente mentirosa y no expresa ninguna emoción cuando lo hace, entonces la máquina no registrará ningún cambio, puesto que el patrón de conducta mentirosa es “normal” para esa persona.
Hay personas que se han convertido en profesionales de la mentira, capaces de engañar hasta al polígrafo. No han tomado en cuenta que a Dios no lo podemos engañar y que no hay nada oculto que no haya de ser puesto en evidencia.
Mentir es actuar conforme a la naturaleza del maligno. Hablar verdad es actuar conforme a la naturaleza divina y es la conducta esperada de quienes viven en la luz de Dios.
Dios no puede ser burlado.
Georgina Thompson , colaboradora RTM República Dominicana