La mente es el campo donde se toman las decisiones de la vida de las personas. La base de este campo se estructura sobre las convicciones y valores que poseemos. Cuando valoramos y anhelamos guardar la palabra de Dios en nuestra mente, preparamos el campo de nuestras decisiones de manera adecuada.
“En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” Sal.: 119:11
El escritor de Salmos, nos regala en este pasaje, afirmaciones que reflejan un compromiso con agradar a Dios y obedecerle bajo el claro entendimiento, de que ese es el camino de real sabiduría. “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti”. Como te conozco y te amo, quiero agradarte. Como sé que me amas y provees lo que es realmente bueno para mí, quiero seguir tus estatutos y vivir sabiamente. Como sé que mi naturaleza me inclina apartarme de ti, quiero tener siempre en mente tus palabras, por eso las atesoro”.
Claro que si queremos guardar la palabra de Dios en nuestra mente, es necesario entrar en contacto con ella no solo leyéndola, sino memorizándola y meditando en su significado. ¡Es increíble el impacto bendito que tiene memorizar las escrituras!
Realmente nos empodera espiritualmente para lidiar con las demandas de este mundo, dándonos la oportunidad de vivir la verdadera vida sobrenatural (Esa que está por encima de los esquemas humanos), edificando también la vida de aquellos que tenemos alrededor. Y no importa si tu experiencia es nueva con Jesús o si ya llevas años relacionándote con EL; el alimento para el alma, el corazón y la mente, sigue siendo el mismo y su efecto también.