“Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.” 1 Juan 1:4
Los noticieros traen información alarmante: crisis alimentaria, crisis de agua y medioambiente, crisis políticas, inseguridad, descomposición social, violencia, delincuencia de alto nivel. Es un panorama en el que el ciudadano común se siente indefenso, y los que profesan el cristianismo son desafiados en sus más íntimas convicciones.
¿Cómo encaja un Dios bueno y todopoderoso dentro de este complicado escenario? Es un tema complejo como para responder satisfactoriamente en unos pocos párrafos.
¿Puede un creyente experimentar una crisis de fe?
Hay centenares de teólogos defensores, muy enfocados en responder argumento por argumento a todo, pero yo creo que la fe cristiana es sencilla. Si nos acogemos a la Biblia, hallamos que Juan, un discípulo que estuvo siempre tan cerca de Jesús como era posible estar, nos dice que creer es la base del renacer espiritual para el ser humano.
Nacer de Dios es posible cuando Su Palabra cobra vida en nosotros por la fe, y provoca un cambio. El Creyente convencido tiene una mente y un corazón transformados.
La convicción de fe que vence al mundo (que supera toda oposición) está cimentada en la confianza, que nos previene de la desesperanza; está basada en certezas que no tienen sombra de dudas: provee seguridad, la garantía de tranquilidad que necesitamos para esta vida, para la muerte y la eternidad.
Por tanto, hoy promuevo la esperanza en medio de un mundo que se quedó sin sentido de dirección y sin significado más allá de lo material y palpable. Dios ha prometido vida eterna y esta vida está en su Hijo, Jesús.