Usted habrá leído y escuchado más de una vez, sobre el poder que tienen las palabras. Rara vez se toca sobre el poder de la boca. Este órgano que contiene la lengua y la dentadura de los seres vivos, realiza funciones que son indispensables para la vida. Permite la entrada de los alimentos y la articulación y salida de sonidos y palabras.
Las estrategias publicitarias hacen uso a nivel visual y conceptual de la boca como un medio importante de la interacción entre las personas. Se promueve el cuidado en cuanto a la higiene, y la ingesta de alimentos.
Siendo este un tema existencial, no pasó por alto en los diálogos de Jesús con sus seguidores. Jesús reacciono frente a la controversia de lo que entra por la boca, y de lo que sale de la misma. Confrontó a quienes le escuchaban con el real sentido de la vida. Colocó sobre la mesa del análisis, algo que no se toma en cuenta y que es de vida o muerte en las relaciones humanas. Para él, lo que sale de la boca, es lo importante, pues sale del corazón, y puede dañar o curar. Lo que entra al final se desecha.
Este acercamiento nos coloca frente a la necesidad de elegir de manera consciente, cómo articulamos los dichos de nuestra boca. Es fácil abrir la boca y decir palabras, lo que más cuesta, es que nuestro corazón se disponga a decir lo que no dañe la reputación de los demás, y que produzcamos pensamientos e ideas constructivas, que favorezcan la vida, que lleven el aliento y esperanza a cada persona con quien hagamos contacto. ¡Gran tarea nos espera!