¿Pudiera darse el caso entre hermanos, que frente a una situación o evento, lleguen a no conocerse? Esto y más puede pasar. En familias numerosas con hijos e hijas de diferentes progenitores, pudiera ocurrir, o en aquellas hijos/as abandonados por el padre o la madre, o en hijos huérfanos que han sido repartidos a diferentes familias.
Se cuenta que las abuelas alertaban a sus hijas, para que tomaran la precaución en relación de las personas de quienes se enamorarían, pues podrían hacerlo, sin darse cuenta, con un hermano desconocido. Esta advertencia tiene su fundamento en que existen hermanos y hermanas que desconocen que lo son. Se produce también un desconocimiento de orden emocional, este aplica a los hermanos que aun estando cerca, no tienen conocimiento de cómo es, piensa o actúa su hermano o hermana.
Sin importar el caso, el desconocimiento no es buen consejero, muy al contrario, afecta la hermandad, entorpece el crecimiento, y aunque no lo parezca produce dolor y angustia. Estos dolores marcan el porvenir.
El amor fraterno, el amor entre hermanos, vivir el mayor tiempo posible juntos, es indispensable para crecer con sanidad física y emocional. El relato de la familia de José y sus hermanos, nos ilustra de manera grafica lo que puede ocurrir en una familia, cuando un miembro no esta. Experiencias perdidas, pues las ausencias traen pérdidas irreparables. Pero que interesante, en la vida surgen oportunidades que nos permiten reconstruir relaciones, sanar heridas, amarnos y reconciliarnos. Un desconocimiento puede producir bendiciones futuras, siempre y cuando los protagonistas estén dispuestos a perdonar y reiniciar una vida junta
Ser hermanos, es mucho mejor