Leí una frase en un periódico de amplia circulación en mi país, que decía:" El sano es un enfermo que ignora sus condiciones".
Esta frase coincide con la expresión de que el paciente está en "aparente buen estado de salud", tal y como certifican usualmente los médicos al expedir el documento que reporta las condiciones óptimas para trabajar o estudiar.
Se define la salud como un estado de bienestar biosicosocial, económico, sexual y espiritual. Influye el aspecto mental, sin embargo se menciona lo biológico, porque de tener un órgano enfermo, todo el cuerpo está afectado.
Dios nos creó sanos física y emocionalmente, pero fue con la introducción del pecado cuando vino la enfermedad, el dolor y el sufrimiento.
Un alma, que alaba a Dios, se eleva a su creador dando un reconocimiento a quien nos ha dado la vida, vida eterna y abundante en Cristo Jesús.
Estar sano garantiza, pleno vigor para trabajar para el Señor y disfrutar de sus bendiciones, pero enfermos nos queda reconocer que no es el propósito de Dios y nos debe animar a ir a él en busca de salud. Así nosotros podremos prosperar y tener salud para disfrutarla. Debemos estar constantemente dependiendo de Dios, unidos a él en oración, acercándonos cada vez más a sus caminos.
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma". 3ra. Juan 2:2
Dios nos da la salud como un regalo y bendición, condición que nos permite ejercitarnos en él cumpliendo sus leyes y mandamientos, invitando a otros a celebrar en Dios esa salud plena en el altísimo.